La Virgen del Rosario Coronada intercedió en 1679 con el conocido como "Milagro de la Estrella"
En esta atmósfera de angustia y desesperación Granada buscó cobijo bajo el manto de aquella Capitana, que un día venció contra la infiel adversidad en las más hostiles circunstancias en Lepanto y dio gloria a las gestas heroicas de nuestra Armada y nuestro Imperio.
“Acudieron a Dios los granadinos suplicándole que se sirviese aplacar su ira y conceder la salud a Granada. Hiciéronle públicamente muchas rogativas, sin distinción de sexos, ni de personas. Apenas hubo personas de ambos estados, que no dirigiese a Dios sus afligidos ruegos. Esmerándose más las Religiones y Cofradías, en cuyos individuos se vieron asombrosas penitencias. La referida Comunidad, junta con la dicha Venerable Archicofradía, clamaron a esta Santa Imagen, y la expusieron en el Altar Mayor en el lado del Evangelio, para que brindados de su más cercana presencia los tristes vecinos de Granada, le hiciesen publica rogativa, en forma de una muy devota Novena. Comenzase esta el día 26 de junio del mismo año, y luego se vio en medio de la frente, entre las dos cejas de la Santa Imagen, una luz en la misma forma, que hacían sus brillos mas especiales; pues se observaba, que de asemejándose a los que muestra en las nubes el Arco Iris. Admiro a todos este prodigio, y a su novedad conmovió el pueblo, acudiendo sus vecinos a la Iglesia de Santo Domingo a ver este phenomeno tan desusado, y extraordinario. Conocióle, que aquello fue pronostico, ú señal de la salud, que esta ciudad logró por después, porque desde aquel tiempo fue logrando la salud del pueblo granadino, siendo menos los enfermos y publicándose la salud el 6 de octubre del mismo año, uno de los días de la octava del Santísimo Rosario de esta Señora.”
(Fray Antonio de La Chica Benavides, Papel XXVI de octubre de 1764 de su “Gacetilla Curiosa o Semanero Granadino, noticioso y útil para el bien común”)
Y desde que el “último Reino nazarí” fuera fiel testigo de aquel singular prodigio, la urbe entera quedó en deuda con la Virgen del Rosario. Desde aquel año de gracia, Granada, con su corporación municipal a la cabeza, acude cada 11 de octubre, víspera de la procesión por las calles de la Ciudad, a renovar el Voto perpetuo que realizó, en gratitud por la salud devuelta. Deuda que ha llegado a nuestro presente y se manifiesta día a día en infinitas muestras del arraigado fervor popular. Amor que Granada palpa desde hace siglos, tal y como recogen sus anales:
“Roba los corazones de todos, es el asilo de la ciudad entera y los granadinos la miran siempre como a madre de misericordia y abogada segura” (Cronista Páramo, hacia 1720)
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